Porque el mundo es bonito, hasta vomitar.

03 mayo 2011

Envejecer


Hace unos días, hablando con un buen amigo, uno de esos a los que si no puedes ver durante una temporada, no se acaba el mundo. Salió a relucir el tema tatuajes, y él, persona precavida y previsora, decía que no se hacía ninguno, no porque no le gustasen, sino porque se imaginaba a su padre con el tatuaje en cuestión, y le daba el bajón.
Lo que me llevó irremisiblemente a plantearme… ¿Como seremos cuando seamos mayores?

Tengo claro que no seremos como nuestros padres, y que ellos no son o serán como nuestros abuelos. Los gustos gustos son, y la gente no cambia, envejece.
Para empezar no escucharemos la misma música. Mi abuela escuchaba a los Panchos, a la Callas, y a Machín, y mi madre seguramente seguirá con su Cat Stevens, su Supertramp, sus Dire Straits, y su Gilbert O’Sullivan. Así que me imagino que yo, escucharé las versiones más tranquilas de Pearl Jam, las baladas de Metallica, a Bisbal, y a los Wallflowers.

No creo que vista igual que mis padres. Son muchos años de tejanos y camiseta, de deportivas y de informalidad. En un futuro, seguramente parecerá carca, pero yo me reiré. Ahhh… ¡placeres de la senectud!

Hubo un tiempo, en que este tipo era LO MÁS

Tampoco me imagino taaaaan alejado de las nuevas tecnologías como la gente mayor de hoy en día. De algo me tendrán que servir todas las horas que le he dedicado a la NES, SNES, N64, PC, Playstation1, Playstation2 y Playstation3. Seguramente criticaré que se implanten chips y mierdas en el cerebro, pero mientras pueda seguiré jugando. Seguro que sacan juegos en slow motion para ancianos jugones.

Así que no me preocupa lo de los tatuajes. Procuraré hacérmelos pensando en cómo se verán con arrugas. Al fin y al cabo, en el geriátrico, seremos unos cuantos los tatuados.